La alfombra es uno de esos elementos decorativos que ha sabido adaptarse a todas las épocas, del que debemos sacar buen partido para dotar de personalidad a una estancia.
Con los sistemas de calefacción actuales y, en especial, el suelo radiante que poco a poco se impone en las viviendas nuevas o recién reformadas, quizá las alfombras han perdido esa función de preservar el calor. Sin embargo, su papel sigue siendo fundamental a la hora de delimitar los espacios y proporcionar los colores y contrastes necesarios en el diseño de la vivienda.
Actualmente, disponemos de infinidad de conceptos, materiales, tonalidades y texturas a la hora de elegir una alfombra. Como siempre, la decisión dependerá de nuestros gustos personales, pero a ellos tendremos que añadir otros aspectos como el estilo de la vivienda, el mobiliario, el pavimento o el acabado de las paredes.
Las posibilidades son múltiples, tanto para quienes desean que la alfombra sea un elemento discreto, coherente con el conjunto, como para los que desean convertirla en el ingrediente rompedor que destaca por sí mismo en la estancia y la dota de una nueva personalidad.
Alfombras adecuadas al espacio y la función
No obstante, antes de abordar la selección de las piezas, hemos de considerar dos cuestiones: el espacio y la función. En cuanto al primero, tenemos que saber que una alfombra ayuda marcar los distintos ambientes de una habitación. Por ejemplo, en un salón, nos ayudará a distinguir la zona de estar, con los sofás, la televisión, del comedor.
En ambos casos es importante que la superficie de la alfombra sea mayor que el conjunto del mobiliario, los bordes deben sobresalir más allá del sofá o las sillas y mesas para realzarlos y marcar el perímetro del espacio.
En relación con lo segundo, conviene pensar en la utilidad de la alfombra, ya que ella nos orientará sobre materiales y colores. Si vamos a colocarla en un dormitorio, seguramente preferiremos los colores cálidos y las texturas suaves, esas que apetece pisar con los pies descalzos. Si está situada en una zona de paso y, por tanto, será sometida mucho uso, convendrá un material sufrido, duradero y fácil de limpiar. En estos criterios siempre hay excepciones, pero establecen la norma general.
La función decorativa de la alfombra
En cuanto a la estética, cabe reflexionar sobre el papel decorativo. Si no somos especialmente atrevidos, nos sentiremos más seguros si la alfombra se integra naturalmente en conjunto. Proporciona solidez a la estancia, pero no rompe con su armonía.
Por el contrario, si deseamos convertirla en el centro de atención, podremos optar por materiales distintos con respecto a lo demás, o tonos o diseños llamativos. En todo caso, como siempre, tenemos que saber nos acompañará una buena temporada, sobre todo si es una pieza de gran inversión.
Después, llega el momento de elegir: de pelo corto o largo, de lana o de algodón, de estilo tradicional o de concepción moderna, hecha con fibras naturales o con materiales sintéticos muy versátiles y fáciles de mantener.
Y respecto del diseño, la paleta de colores es interminable, así como los elementos gráficos que se representen, desde el mayor naturalismo a la abstracción y la sobriedad, sin olvidarnos de los motivos geométricos y simétricos que caracterizan a las alfombras más tradicionales. ¡Cuestión de gustos!
En la exposición de Aventyp te mostraremos ejemplos de integración de las alfombras en la decoración de una estancia y te ayudaremos a elegir la que mejor responda a tus expectativas.